Fotografía de Javier Herrer.
Lucía Jiménez comenzó su trayectoria formándose como bailarina con Federico Corrales y Jessica Rodriguez Molina, hasta especializarse en la danza clásica en el Conservatorio Profesional de Danza Fortea,.
A los dieciséis años dio un giro a su vida, o la vida dio un giro a su carrera, saliendo del conservatorio para sumergirse en el mundo del teatro musical en Víctor Ullate. Allí trabajó con grandes profesores como Ana Carril, Íñigo Aisiain o Txema Cariñena.
Su amor por el mundo de la interpretación sólo acababa de empezar, y decidió dar un paso más allá y aprender la técnica Layton y sus nuevas vertientes en el Centro de Investigación Teatral La Manada, donde ha realizado sus papeles más importantes hasta la fecha como Mercuccio en Romeo y Julieta, de Shakespeare, o Julia en La Señorita Julia, de Strindberg.
Allí ha seguido formándose en teatro musical con Ana Teresa Monteiro y Delia Villegas pudiendo encarnar personajes como Rosie de Mamma Mía 2, y puesto en pie sus propias creaciones como Prostitución, una escena musical escrita por ella misma.
Y, en medio de todo el teatro, conoció el mundo del diseño de vestuario de la mano de Azahara García, lo que le abrió un apartado nuevo en el que desarrollar su creatividad y con el que ya ha podido formar parte tanto en teatro con funciones clásicas como El Rey Lear, contemporáneas como Una Cabeza Llena de Pájaros y funciones construidas desde la danza como Alicia, una adaptación de Alicia a través del Espejo, de Tim Burton; como en cine con cortometrajes como Mermaid Killer o Yo No Fui y la serie de Los Reyes Magos: La Verdad.
Ella misma ha investigado frente a la cámara participado en cortometrajes como Quimera, una bonita crítica al amor actual de Roma Peña, o La Moneda de Cambio, un guiño al cine western de Patricia Gil.
Actualmente y tras terminar su formación teatral, retomó su formación como bailarina, esta vez de musicales en Broadway House, y, de la mano de Caro Gestoso se forma a su vez en canto.